11 de agosto de 2007
En horas donde el hombre duele tanto
y se siente un igual cuando convoca
vanas promesas surgen de su boca;
canto de sirena; ilusorio canto.
Urde sutilmente el profano manto
con el que cubre su corazón de roca
¿sabrá, talvez que su poder provoca
solo pesadumbre, tristeza y llanto?
Pone en su lucha sobrado empeño
sin lograr, su lumbre encender el leño
oscuro en su paso, todo quebranto.
Lo justo en su voz es mero suceso
su mejilla pronta a recibir el beso
que convierta en Judas al hombre santo.
Obs: Imagem enviada pelo autor
Este texto expressa exclusivamente a opinião do autor e foi publicado da forma como foi recebido, sem alterações pela equipe do Entrelaços.
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